No tengo dudas de que tiene un don. El don de conectar. El don de ver a las emociones de los demás. El caso es que funciona, lo he experimentado.
Cuando escribo esto no hace ni un año que conozco a Bego. Sin embargo, puedo confiarle mis mayores miedos y preocupaciones con toda la calma del mundo. ¿Por qué? Pues porque con Bego hablo de corazón a corazón. Se escribe muy fácil y puede sonar cursi pero cómo expresar esa dimensión del ser humano que no es estrictamente mental, ni consciente y que todos tenemos. En todas las culturas se ha llamado espiritual y de momento no conozco un término mejor.
Ésa es la conexión que he establecido con Bego y por eso sé que puede ayudarme. Yo no busqué a Bego. Necesitaba ayuda y ella apareció. Y ahora es alguien importante para mí. Una referencia, alguien a quien acudir, un apoyo y una inspiración.
Nunca he necesitado comprobar qué estudios tiene ni qué experiencia. Los tiene pero sinceramente creo que no los necesita. Qué sentido tiene estudiar para obtener algo que previamente ya tienes. ¿Necesitaba Mozart clases de solfeo?. No tengo dudas de que tiene un don. El don de conectar. El don de ver a las emociones de los demás. Incluso las más ocultas. No sé cómo funciona y me da igual. El caso es que funciona, lo he experimentado.
Lo que he sentido con Bego es acompañamiento. Una empatía que sólo he tenido con familiares queridos. Ha puesto su corazón en esto. Se ha preocupado realmente. Se ha entregado. Me ha respetado. Se ha implicado personalmente. ¿Qué más se puede pedir?
Gracias Bego por tu ayuda y por tu amistad.