Debido a mi trabajo ya había organizado cursos de coaching antes de conocer a Begoña y también había conocido muchos coaches.

La primera vez que vi a Begoña me cautivó su mirada. Transmite un cariño que se posa sobre las personas y da la sensación de que conecta en un plano más allá, al que otros no llegamos. Hablando con ella me di cuenta de sus conocimientos sobre el ser humano: lo que nos motiva, lo que nos hace sentir mal; las muchas técnicas que conoce para mejorar la autoestima, conectar con el inconsciente o visualizar metas. ¡Y lo que le gusta conversar sobre ello! Siempre está motivada para ayudar.

Al cabo de un año de conocerla, me encontraba en una encrucijada personal y le pedí que fuera mi coach. Me ayudó a entender lo que me pasaba, por qué había llegado hasta esa situación y entendí que tenía distintos caminos. No obstante, lo mejor de sus sesiones de coaching no fue ayudarme a salir de la situación en la que me encontraba si no a crecer personalmente: a conocerme mejor, a darme cuenta de cómo me afectan las distintas situaciones que vivo y a ser consciente del impacto que tengo en los demás. Para mí su coaching fue un antes y un después.

Encuentro sus sesiones intensas, llenas de contenido, positivas y como persona práctica que soy, valoro que sean útiles. Agradezco su trato exquisito, no me siento juzgada (y cuando no está bien, eso se agradece) y aprecio que respete mis tiempos. En sus sesiones me encanta sorprenderme a mí misma pudiendo ver situaciones con distinta perspectiva, encontrar la motivación para hacer cosas distintas e incluso pensar que aunque puedo tener un largo camino que recorrer, que va a ser como mínimo interesante.

Con su ayuda he orientado mi carrera profesional. Creo que soy mejor madre, al menos soy más consciente de las necesidades de mis hijos y me ha ayudado a gestionar mis emociones.

Yo sólo tengo palabras de agradecimiento, por mí y por mis amigos y compañeros de trabajo a los que con su coaching ha ayudado tanto.

Mercedes